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¿CÓMO ESTAS POR DENTRO?


Esta vez hagamos nuestra reflexión desde la historia de Naamán (2 Reyes 5) quien fue un hombre importante, querido por su pueblo y por su rey; siempre presto para luchar desde su condición e investidura de general; pero debajo del pulcro uniforme que usaba tenía una lepra que ocultaba. Era otro tipo de batalla que lo estaba destruyendo que ataca ciertas áreas del cuerpo, primero avanza destruyendo nervios y hasta hace perder partes del cuerpo. Es así que a veces nosotros nos inflamos externamente con mucha valentía como Naamán, pero al igual que él cuando llegamos a casa y nos despojamos de nuestras vestiduras, vuelve a verse la lepra y lo frágil que somos.


¿Cuál es tu lepra, tu enfermedad o tu problema actualmente? ¿Cómo estás por dentro?


Dios ha venido a ti no solo para sanarte sino también para restaurarte. Para ello es bueno que revisemos las tres instrucciones de Dios a Naamán y que hoy se aplican para nosotros: 1° Pidió que lo venga a ver a través de Eliseo. Nosotros debemos acudir a Él sin pensar en el dinero que tengamos o en la influencia que podamos poseer. Nuestra necedad puede llegar a ser tal que creemos que todo podemos comprarlo con dinero; 2° Pidió que se humille debido a su orgullo y que viene a ser nuestra primera lepra que nos impide reconocer las grandezas de Dios porque estamos queriendo un trato especial y hasta reverencial.

Si quieres ser importante debes aprender a ser ofertante, Marcos 10:43 "Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor" Dios te ha llamado para servir y lo que te falta es ser humilde. La obediencia a Dios comienza con tu humildad y creyendo que Su Camino será siempre tu mejor camino y lo que Él tiene para ti, siempre será mejor que lo que tengas. Dios le pidió a Naamán que se bañe y eso le molestó porque sólo esperaba que le muestre Su poder a través del profeta; no podía aceptar que era suficiente creer, como a veces nos cuesta creer que la Sangre de Cristo ya nos limpió y que sólo en Cristo seremos sanados. No parece heroico seguir los consejos pero es lo más sabio que el hombre puede hacer. Necesitamos salir de esa actitud arrogante para empezar a ver las grandezas de Dios y una manera de hacerlo es no olvidarnos de dónde venimos. Finalmente 3° Le dice ¡Sumérgete! Porque Dios quiere siempre que nos movamos, no nuestras lágrimas; creer es actuar y provocar que suceda.

Dios quiere que tú también te sumerjas, pues aquel que crea en Él aunque haya muerto vivirá: es el Río de Su Amor y de Su Misericordia que está frente a ti y debes perseverar para seguir adelante.

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