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ORACIÓN CON FERVOR


Una lectura detenida de Mateo 7:7-12 nos muestra que la oración eficaz debe ser siempre ferviente pues si Jesús que es el Hijo de Dios nos dice que se recibirá es porque es verdad: la gente padece y sufre por falta de conocimiento, pero debe saber que la oración es el hilo que conecta el cielo con la tierra y dejar a un lado su humanidad para atraer todas las provisiones del cielo. Sin oración vives por vivir, puedes tener medallas, títulos y nada más; mientras que orando y relacionándote con Dios encontrarás más gracia y prosperidad, sintiéndote incluso la persona más feliz del mundo.

Dice Santiago 4:1-10 que cuando hacemos las cosas basándonos en nuestras fuerzas, obtendremos sólo insatisfacción, cansancio, gastritis, tensiones y egoísmos; llegando al final a frustrarnos porque sólo Dios y Su palabra son los que siempre estarán presentes. Muchas cosas no logramos conseguir con la oración simplemente porque no pedimos o pedimos mal por la sola autocomplacencia. Si para nosotros Cristo es realmente la Puerta y la Llave que nos muestra a Dios, entonces conociéndolo y teniéndolo en todos los detalles de nuestra vida y especialmente en las pequeñas cosas, estamos en una dimensión diferente de fe. No es posible entrar a esa vida de fe sin oración pues no se trata de una mera multiplicación de los panes o curar enfermos; y los discípulos lo detectaron, por ello le piden a Su Maestro que les enseñe no a predicar, a cantar alabanzas o a cómo ser líderes, sino a orar.

Siempre existen obstáculos y una de las cosas que debemos derribar es que a veces dejamos de orar porque nos sentimos indignos y sucios, pero recalquemos nuevamente que la Llave es Jesús y no podríamos hacer nada sin Él en nuestras vidas. Requerimos para ello, la capacidad y la actitud de la humildad para reconocer nuestros errores y acercarnos a una vida de oración. Como un ejemplo anecdótico pero no menos trascendente, a veces nos quejamos del difícil tráfico vehicular en Lima: pero podríamos aprovecharlo acaso para orar, hablar más de y con Dios.

Deja de vivir quejándote por lo mal que les va a tus hijos o a alguien cercano, porque ha llegado el tiempo de orar y reconocer que debes buscar un solo Altar sin necesidad de indagar con otras recetas y confiar solo en Dios; porque si has aprendido a caminar feliz en la vida es porque no te fías de nadie para que no te defraude. Rompe el tabú y has como Elías que oró y hubo lluvia (1 Reyes 18).

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