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UN PODER LLAMADO PERDÓN

Hoy existe mucha gente que no sabe qué hacer con su vida por tener un corazón muy herido y acuden a un sin número de terapias que sólo conducen a preguntas concernientes a su situación personal y familiar basadas todas en el perdón.

El tema está en que no debemos dejarnos dominar por la depresión, sino que sigamos teniendo paz porque sabemos que todo obra para bien, que todo saldrá muy bien y nuestra confianza está puesta en Cristo Jesús. De hecho, podremos estar en apuros y con problemas, pero nunca desesperados, porque andamos por fe y no por vista pues sabemos que estaremos mejor y llamamos a las cosas que no son como si fueran, aunque a diario nos relacionemos con personas y estemos propensos a ser dañados, expuestos a que nos critiquen, traicionen o rechacen. Lo que sucede es que el hombre busca aceptación en todo momento y no desea que los demás le estén mirando solo sus defectos sino también sus virtudes y cuando esto no sucede nos genera un conflicto interno, heridas en el alma y hasta una amargura tal que está punzando hasta lo más profundo de nuestro ser y de nuestra alma porque es la dimensión del ser humano donde residen los pensamientos, emociones y la voluntad. Dicha amargura es el daño a nuestra alma que ha sido lacerada que mucha gente carga impidiendo ser feliz aun cuando quiera aparentar lo contrario.

El problema no es afuera sino dentro de nosotros y alguien lastimará tu corazón siempre y cuando tú le des permiso. De hecho, nuestra humanidad nos quiere llevar siempre a situaciones inimaginables e indescriptibles, pero se trata de adiestrarnos para que tomemos el control de nuestras emociones impulsados por la paz y el amor de Dios que sobrepasa todo entendimiento.

Si permites que a partir de una mala actitud tuya se incorpore en ti la amargura y detrás de ella una serie de aliados, pues te harán sentir siempre como víctima. De hecho, el aliado número uno de la amargura es el chisme, de ahí que no debes aceptar el veneno de la amargura de otros que sienten que el mundo confabula contra ellos porque no hay peor ciego que el que no quiera ver. Después de la amargura y el chisme, el tercer “aliado” es el resentimiento seguido por el rencor, la envidia y la calumnia, siendo que lo más terrible es la suma de todos ellos llevándote hasta un estado patológico con heridas profundas que se convierten en paranoias, alimentadas de maquinaciones tales que hasta usan a Dios y la Biblia para sustentarlas.

¿Qué puedes hacer entonces de inmediato? Pues no termines ningún día con herida alguna para que no alimentes un posterior resentimiento y amargura, porque vivir con ellas afecta tu vida, tu salud y hasta neutralizan tus capacidades.

¡La única medicina que limpia y borra toda amargura es “la Cristomicina” porque Jesucristo nos ha dado una vida libre del pasado y de heridas que enlodan el gozo que en Dios tenemos!

Proverbios 17:9

El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a los amigos.

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