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EL PODER DE LA ORACIÓN

Una forma de mantener tu comunión con Dios es abundando de Su Palabra para que no tengas anemia espiritual, flaquees, ni seas víctima de tus problemas y emociones: sin embargo debes también tener cuidado te sentirte lo suficientemente maduro porque veas milagros y prodigios en tu vida.

La madurez espiritual se adquiere profundizando la Palabra de Dios, pero el punto de quiebre es que si sólo te empapas de la Palabra corres el riesgo de creerte, o muy docto careciendo de amor, afecto y cariño, con aires de dureza y soberbia; o con mucha altivez espiritual llegando a misticismos y supersticiones. El equilibrio de tu comunión espiritual debe ir de la mano con tu oración e intimidad con Dios, porque te da la necesaria dependencia para reconocer que Lo Superior y Sobrenatural está por encima de cualquier conocimiento, lógica y/o emoción.

La base de la madurez espiritual sí es La Palabra pero acompañada de una oración con certeza y seguridad|, pues esa es la que tiene respuesta. Esa es la oración eficaz que debemos aprender para saber esperar respuestas y no se trata de repetir súplicas para que no digan de nosotros “qué tipo de creyentes somos si seguimos con nuestras aflicciones y el mismo modo de vivir”. Para que haya una oración cualificada, debe haber fervor como el de las estériles Ana y Raquel de la Biblia que le clamaron a Dios y pudieron tener hijos. No se puede vivir con la esterilidad que produce aflicción, pues no tener una oración efectiva, con fervor y convicción es como una flecha sin punta que nunca llega a dar en el blanco; o una pintura de fuego porque no da calor o una espada sin filo que no corta nada.

¡Un cristiano sin oración no es cristiano porque no produce frutos ni resultados!

Santiago 5:13-15

¿Hay alguien entre ustedes, que esté afligido? Que ore a Dios. ¿Alguno de ustedes está de buen humor? Que cante alabanzas. ¿Hay entre ustedes algún enfermo? Que se llame a los ancianos de la iglesia, para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. La oración de fe sanará al enfermo, y el Señor lo levantará de su lecho. Si acaso ha pecado, sus pecados le serán perdonados.

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